Estrés: Eutrés y Distrés

Estrés: Eutrés y Distrés

El estrés en nuestra sociedad actual: ¿amigo o enemigo?

 

La sociedad actual se encuentra inmersa en una constante incertidumbre debido a la situación económica y laboral. El ritmo de vida es frenético y tanto jóvenes como adultos se sienten desmotivados ante un futuro profesional poco prometedor. Algunos buscan oportunidades más allá de las fronteras, mientras que otros emprenden negocios en busca del ansiado bienestar. Los niños también llevan una agenda agotadora, repleta de actividades extraescolares de todo tipo, como clases de chino, violín, patinaje, entre otras. En este panorama, el estrés se ha convertido en una parte habitual de nuestras vidas. Conocemos sus consecuencias negativas para la salud y, de alguna manera, lo hemos aceptado. Pero, ¿qué es realmente el estrés?

 

Según la Real Academia Española de la Lengua, el estrés se define como «la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos, a veces graves». Desde una perspectiva psicológica, el estrés es nuestra respuesta ante obstáculos, peligros o cambios en nuestras vidas.

 

Experimentamos estrés cuando las demandas del entorno, ya sea en el ámbito laboral o personal, superan nuestra capacidad para hacerles frente de manera exitosa. Esto provoca inestabilidad emocional, ya sea de forma temporal o prolongada si la situación generadora de estrés persiste.

 

Al analizar estas definiciones, podemos ver que no todas las situaciones estresantes son necesariamente graves o negativas. La propia definición de la RAE menciona que el estrés puede ser «a veces grave», no siempre. Responder a la superación de obstáculos o peligros puede ser sumamente positivo, mientras que lo negativo sería bloquearse ante estas situaciones. Por lo tanto, entendemos que el estrés puede ser tanto positivo como negativo, dependiendo de nuestra personalidad y nuestra reacción ante las situaciones estresantes. De hecho, la Ciencia Psicológica establece diferentes tipos de estrés, entre ellos el eutrés y el distrés.

 

El estrés es la respuesta que nuestro cuerpo y mente tienen frente a situaciones percibidas como amenazantes o demandantes. Históricamente, el estrés ha sido útil para la supervivencia, preparándonos para luchar o huir. Fisiológicamente, se manifiesta a través de cambios como aceleración del corazón, incremento de la presión arterial y niveles elevados de azúcar en sangre. Sin embargo, en la actualidad, la mayoría del estrés proviene de tensiones psicológicas y preocupaciones excesivas. Aunque estas situaciones no representan un peligro físico real, nuestra mente las magnifica y las percibe como amenazas significativas.

 

El eustrés es un tipo de estrés positivo y motivador que nos impulsa a superar desafíos y alcanzar metas. Se caracteriza por activar el cuerpo y la mente de manera productiva y eficiente. La percepción que tengamos del evento y nuestra seguridad para superarlo influyen en si experimentamos estrés positivo o negativo. Algunas formas de crear eustrés incluyen probar cosas nuevas, hacer ejercicio, establecer metas desafiantes y asumir responsabilidades manejables. Sin embargo, si el estrés se prolonga demasiado o se acumulan varios factores estresantes, puede convertirse en distrés, un estrés negativo y abrumador.

 

El eutrés se refiere a un estrés positivo. Por ejemplo, un atleta experimenta estrés al estar en la línea de salida de una competición deportiva, o una persona al conducir bajo condiciones climáticas adversas. Estas situaciones generan un estrés puntual y provocan cambios físicos y mentales beneficiosos. Nos preparan para la acción, aumentan nuestra alerta y nos permiten rendir bajo presión.

 

Por otro lado, el distrés es un estrés negativo, generalmente asociado con consecuencias perjudiciales para nuestra salud. Se produce cuando no podemos manejar las demandas o retos de la vida y nos sentimos abrumados de manera continua.

 

El distrés es el estrés negativo que se experimenta cuando nos sentimos abrumados, ansiosos y presentamos síntomas físicos y psicológicos. Este tipo de estrés crónico y severo puede perjudicar nuestra salud mental y física, y dificulta llevar una vida plena y funcional. El distrés se relaciona con enfermedades físicas, trastornos psicológicos y dificultades en el rendimiento laboral, académico y social. Se produce cuando percibimos los factores estresantes como fuera de nuestro control o cuando sentimos que no tenemos la capacidad para solucionarlos. Algunas fuentes comunes de distrés incluyen problemas económicos, insatisfacción laboral, preocupaciones políticas, problemas de salud y conflictos en las relaciones sociales.

 

Es esencial reconocer que el estrés afecta a cada persona de manera diferente, según su personalidad y la forma en que reacciona ante las situaciones estresantes.

 

En conclusión, el estrés no siempre es malo. Puede ser una respuesta natural y beneficiosa ante desafíos o peligros. Sin embargo, es importante aprender a manejarlo y encontrar un equilibrio en nuestra vida. Cuidar de nuestro bienestar y encontrar formas saludables de afrontar los desafíos diarios es fundamental.

 

Recuerda, ¡el estrés puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo! Depende de cómo lo gestionemos

 

El eutrés, o estrés positivo, tiene beneficios para nuestro organismo. Estimula la vitalidad, la rapidez y fortaleza muscular, agudiza el pensamiento y fortalece el sistema inmunológico. Esto se debe a las sustancias que se generan durante el eutrés, como la adrenalina y noradrenalina, que proporcionan energía y vitalidad. Además, se liberan hormonas como la dopamina, relacionada con el placer y el enfoque en objetivos, y la serotonina, que estimula y brinda confianza para enfrentar desafíos. Los neuropéptidos también entran en acción, actuando como analgésicos naturales que contrarrestan el estrés negativo o distrés.

 

Sin embargo, si nuestro cuerpo y mente no descansan adecuadamente y nos acostumbramos a mantener un estado de alta intensidad durante mucho tiempo, comenzamos a experimentar distrés, la cara negativa del estrés. En este caso, se produce un aumento significativo de cortisol, lo cual nos bloquea y desencadena una serie de síntomas perjudiciales para la salud. Estos síntomas abarcan aspectos psicológicos, como la dificultad para concentrarse, la irritabilidad, la ansiedad y la depresión, así como síntomas físicos como el agotamiento, dolores de cabeza, trastornos del sueño y problemas gastrointestinales. También puede haber cambios en la conducta, como adicciones, impulsividad o aislamiento social. El funcionamiento del sistema inmunológico se ve afectado, predisponiéndonos a enfermedades crónicas.

 

Signos del estrés positivo (eustrés):

  • Corta duración.
  • Genera energía y aumenta la motivación.
  • Sensación de capacidad para enfrentarlo.
  • Crea emoción y atención en los problemas a resolver.
  • Mejora la productividad y el rendimiento.

 

Signos del estrés negativo (distrés):

  • Larga duración.
  • Sentimientos de ansiedad y preocupación.
  • Sobrepasa la capacidad de afrontamiento.
  • Genera sentimientos desagradables.
  • Disminuye la productividad y el rendimiento.
  • Contribuye al desarrollo de problemas físicos y mentales.

 

El distrés, al ser un estrés negativo crónico, puede tener un impacto significativo en el bienestar tanto físico como psicológico de una persona. Algunos de los efectos adversos del distrés son:

 

  1. Problemas de salud física: El estrés crónico puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos, debilitar el sistema inmunológico, provocar dolores de cabeza y tensiones musculares, entre otros.
  2. Trastornos mentales: El distrés prolongado se asocia con un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, depresión, trastornos del sueño y agotamiento emocional.
  3. Dificultades cognitivas: El estrés crónico puede afectar la concentración, la memoria y el rendimiento cognitivo en general. Puede dificultar la toma de decisiones y el pensamiento claro.
  4. Problemas emocionales: El distrés puede desencadenar sentimientos de irritabilidad, frustración, tristeza y baja autoestima. También puede dificultar la gestión de las emociones y aumentar la sensibilidad al estrés.
  5. Problemas interpersonales: El estrés crónico puede afectar las relaciones personales, causando conflictos, dificultades de comunicación y aislamiento social.

 

Es importante abordar el distrés de manera adecuada para evitar que sus efectos adversos se prolonguen. El manejo del estrés incluye técnicas de relajación, búsqueda de apoyo social, establecimiento de límites saludables, adopción de hábitos de vida saludables y, en algunos casos, buscar ayuda profesional como la terapia psicológica.

 

Para evitar el distrés y llevar una vida emocionalmente equilibrada, es fundamental tomar medidas. En primer lugar, debemos detectar el problema y detenerlo, identificar las causas y eliminarlas. Algunas de las principales causas del estrés negativo son la procrastinación, posponer tareas que nos generan malestar, lo cual termina acumulando más presión. También es importante aprender a manejar pensamientos recurrentes y preocupaciones constantes, enfocándonos en el presente y ocupándonos en lugar de preocuparnos. Evitar el mito de la multitarea y centrarnos en una tarea a la vez nos ayuda a mantener la concentración y evitar el agotamiento mental. Es esencial aprender a priorizar y comprometernos solo con lo que realmente podemos cumplir.

 

En resumen, si bien el eutrés puede ser beneficioso, el distrés es perjudicial para nuestra salud física y mental. Debemos tomar medidas para evitar el estrés negativo y llevar una vida equilibrada, identificando las causas y adoptando hábitos saludables que nos permitan gestionar el estrés de manera efectiva.

 

Consejos básicos para un estilo de vida saludable y equilibrado incluyen:

 

  1. Relajación física y psíquica.
  2. Práctica de mindfulness.
  3. Masajes faciales y corporales.
  4. Práctica regular de actividad deportiva.
  5. Alimentación saludable.
  6. Garantizar un sueño reparador, ayudarse con infusiones o melatonina natural.
  7. Cultivar el sentido del humor y reír.
  8. Relativizar los problemas y evitar dramas innecesarios.
  9. Buscar apoyo de profesionales o lecturas psicológicas de manera preventiva, como el coaching.
  10. Mantener un pensamiento positivo y visualizar el vaso medio lleno.
  11. Ser proactivo y evitar la procrastinación.
  12. Mantener el orden tanto físico como mental.
  13. Contar con un apoyo social positivo y disfrutar de momentos de ocio y recreación.
  14. Tomar baños de sol moderados para obtener vitamina D.

 

Estos consejos contribuyen a mantener un equilibrio emocional y físico, promoviendo un estilo de vida saludable y satisfactorio.

 

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